LÁGRIMAS DEL VINO

Wine pills

El vino es tan delicado que una gota de agua lo desmaya.

Imagen de Oscar Wilde

Oscar Wilde

Oscar Wilde (1854-1900) es uno de los escritores ingleses de finales del siglo XIX más universales debido a su fina ironía e ingenio. En la cima de popularidad tras su única novela, “El retrato de Dorian Gray”, y la magistral obra de teatro “La importancia de llamarse Ernesto”, fue acusado (y encarcelado) de homosexual, algo imperdonable en la sociedad victoriana inglesa. Murió en la indigencia, en París.

Las lágrimas del vino (o piernas para los ingleses, ventanas para los alemanes) es una característica utilizada a menudo para valorar un vino e igualmente a menudo utilizando argumentos totalmente equivocados. De hecho, la presencia de “lágrimas” proporciona muy poca información acerca de la composición del vino y muy poco acerca de la calidad del mismo. Se asocian a una mayor untuosidad en boca del vino (mayor cuerpo) y se deben a un efecto físico debido a la presencia de una mezcla de alcohol y agua, aunque, equivocadamente, a menudo se asocia al contenido en glicerol o a la calidad del vino.

La primera explicación correcta a este fenómeno ya fue apuntada a finales del siglo XIX por James Thomson (un físico inglés), desarrollada unos pocos años más tarde por el físico italiano Carlo Marangoni y explicada teóricamente por Willard Gibbs algo más tarde, motivo por el que se denomina efecto Gibbs-Marangoni.

De forma resumida, se produce una transferencia de masa en la interfase de dos fluidos (agua y alcohol) que se separan como consecuencia de su diferente tensión superficial. De esta forma, el vino, que tiene una tensión superficial más pequeña, que el agua forma una fina capa sobre la superficie del cristal. En el extremo del menisco se evaporaría el alcohol mucho más rápido que el agua generando, por un lado, la formación de una gota de agua (la lágrima) que se deslizaría hacia abajo por efecto de la gravedad y por otro, un efecto de succión sobre el vino haciendo que se desplace hacia arriba en la copa.

El fenómeno depende entonces exclusivamente de la cantidad de alcohol presente (más alcohol significa una mayor intensidad del efecto y, por tanto, más lágrimas), de factores que puedan afectar a la tensión superficial (como la presencia de tensioactivos) o a la capacidad de evaporación el alcohol (como temperatura o humedad). La presencia de mayor contenido de azúcar, por otro lado, hace que la viscosidad del vino aumente, haciendo que las lágrimas fluyan más lentamente.

Como nota adicional, se cree que fue Marangoni quien despertó la fascinación por la física a Albert Einstein, cuando este compartió vacaciones con él siendo un joven de 16 años en el verano de 1895 (1). Así, ¿quién sabe? Quizás le debamos el nacimiento de la física moderna a una interesante velada alrededor de una copa de vino…

(1) Christian Bracco. Albert Einstein and the Marangoni family. Società Italiana degli Storici della Fisica e dell’Astronomia, Sep 2017, Bari, Italy. hal-01742996.

Imagen de un recipiente con el efecto de las lágrimas del vino

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